Islandia lowcost

Laguna glaciar de Jökulsárlón

A pesar de los precios, decidimos lanzarnos a la aventura de este viaje: si no podíamos ir muchos días y recorrer la isla, haríamos un viaje más corto; si no podíamos permitirnos hoteles y comidas fuera, buscaríamos hostales, granjas, Airbnb con cocina o microondas, y haríamos picnics en lugares de ensueño. Si no teníamos para un coche todoterreno, alquilaríamos un resistente y pequeño Toyota Aygo que nos llevara a todas partes.

Y si los vuelos en temporada alta no bajaban de los 500€, dormiríamos en los sofás del aeropuerto de Oslo para conseguirlos por 320€. Eso sí, ya tenemos una cierta edad y no nos vimos con fuerzas de montar tienda de campaña todos los días en un sitio distinto y dormir a 3ºC, así que optamos por lugares con calefacción y buena cama, aunque fuesen con baño compartido, como nuestro pequeño lujo.

Esta es la historia de un intenso viaje por paisajes que nunca pudimos imaginar y a los que las fotografías no hacen justicia, porque la inmensidad y la sensación de soledad en carreteras donde podías pasar un par de horas sin encontrarte con ningún coche, no se pueden captar con el objetivo. A pesar de lo breve de nuestro viaje, lo disfrutamos con calma, deteniéndonos donde queríamos y sin prisas.

Día 0. Vuelo Alicante-Oslo-Keflavik.

Tampoco olvidaremos el magnífico tiempo que nos recibió y que duraría prácticamente hasta el final de nuestra aventura. Nos permitió disfrutar de unas vistas impresionantes sobre el mayor glaciar de Europa. ¡Qué pena que la fisura volcánica activa hasta hacía unos días cerca del aeropuerto se hubiese extinguido ya! Hubiera sido otra imagen para recordar.

Vistas de los glaciares desde el avión, al llegar a la isla.

Nos recogieron en el aeropuerto superpuntuales y nos prestaron una manta para tapar nuestro equipaje a lo largo del viaje, ya que nos explicaron que el país es muy seguro, incluso dejando el equipaje a la vista en los diversos aparcamientos de los monumentos naturales. Éstos últimos son un gasto con el que tenéis que contar, ya que en todas partes (incluso en medio de la nada) os cobrarán unos 7€ por aparcar, independientemente del tiempo. Y ojo con intentar no pagar, porque sofisticados sistemas de cámaras toman vuestra matrícula y piden cuentas al rent a car que os lo cobrará a vuestro regreso.

Toyota Aygo, económico coche con el que realizamos nuestro viaje.

Pasamos la noche en Keflavik, en un Airbnb sencillo pero económico (90 €/noche) con cocina que nos permitió preparar patatas cocidas y pasta para nuestras ensaladas de los siguientes días y cocinar en casa los curiosos Pylsur (salchichas de perrito caliente, comida callejera muy popular en el país).

Día 1. Círculo de Oro.

Decidimos comenzar nuestra ruta con la parte más masificada del país. Aun así, como era nuestro primer contacto con esta tierra, nos maravilló. Es muy accesible, se hace fácilmente en un día y cuenta con variadas maravillas naturales que son el aperitivo perfecto para lo que descubriríamos días después.

Iglesia protestante de Mosfellskirkja, al inicio del Círculo de Oro

Desde Keflavik, rodeamos Reikiavik y en una hora y media llegamos a Mosfellskirkja, un sencillo paraje, no conocido y alejado de las masas donde decidimos detenernos para contemplar el paisaje y la curiosa forma de la iglesia protestante que corona la montaña.

Parque Nacional de Thingvellir
Þingvallakirkja y la casa de verano del primer ministro, vistas desde Lögberg

Desde los sitios históricos de reunión de los líderes locales donde intervienen libremente desde hace siglos (Lögberg), hasta la casa de verano de la primera ministra, pasando por la bella iglesia de Þingvallakirkja y sin olvidarnos de que en este Geoparque de la Unesco se tiene la oportunidad de bucear en la falla, disfrutando de un paisaje impresionante. Nosotros tuvimos la suerte de tener esta experiencia sin pasar frío ni colas, ya que asistimos a la inmersión mediante dron submarino de la Universidad Flinders, que estaba llevando a cabo una investigación en busca de restos vikingos en la zona.

Por último, queremos hacer una mención a Öxarafoss, la primera catarata que vimos en el país y ciertas formaciones que se pueden observar en senderos menos concurridos accesibles desde los parkings P2 y P3.

Catarata de Öxarafoss, en el parque nacional de Thingvellir

Uno de los géiseres activos del área de Geysir

Las aguas geotermales son una constante en este territorio y aunque estos son los más conocidos por su tamaño, existen muchas otras zonas próximas a ríos con pequeños géiseres que se aprovechan para producir luz, calor, se utilizan en calefacción, baños, invernaderos y un largo etcétera del que os hablaremos en otro momento de este viaje. La curiosidad de Geysir reside en que este géiser, que da nombre a todos los demás del mundo, ya no está activo. Strokkur es ahora el más activo y su agua a 100 ºC puede llegar a alcanzar una altura máxima de 40 m, teniendo una erupción 5-10 minutos. Eso sí, mucho cuidado con la dirección del viento, puede cogeros desprevenidos y ¡dejaros empapados! Una parada de una hora resulta más que suficiente para conseguir la ansiada foto con la erupción de agua al fondo.

 Géiser Strokkur,el más activo de Geysir, alcanza de media los 25 m de altura

Catarata de Gullfoss en el Círculo de Oro

Cráter de Kerið
Granja de ovejas Lambastadir, nuestro alojamiento cerca de Selfoss

Día 2. De Selfoss a Vík í Myrdal: las grandes cataratas del sur.

Catarata de Seljalandfoss

Catarata Glujufrabùi

Catarata de Skógafoss
Casas del museo etnográfico Skógar Museum
Solhéimajökull, laguna glaciar y brazo del glaciar Myrdalsjokull
Vistas de la interminable Playa Negra desde el faro de Dyrhólaey
Pueblo de Vík i Mýrdal

Día 3. La laguna glaciar de Jökulsárlón.

Un viaje de dos horas y media desde nuestro alojamiento hasta la laguna glaciar de Jökulsárlón nos sirvió para vivir la sensación de estar en un lugar remotísimo. Ni un pueblo a lo largo, ni cerca de la carretera, solo alguna granja o alojamiento turístico aislado. Durante la primera hora y media de viaje, lloviznando, sin cobertura, apenas nos cruzamos con tres coches… Y alrededor, la inmensidad. Sobre todo mientras atravesábamos los curiosos y redondeados malpaíses del Geoparque de Katla. Aunque la carretera que circunvala el país tiene poquísimos lugares donde parar, algunos caminos laterales nos permitieron bajarnos a admirar el paisaje salido de otro planeta, a la altura de los campos de lava Mossy y Eldhraun. En Gönguleið um Eldhraun, existe un aparcamiento gratuito para explorar el lugar.

Campos de lava Mossy y Eldhraun
Laguna glaciar de Jökulsárlón
Zodiacs que navegan la laguna glaciar de Jökulsárlón
Playa de los Diamantes, en la desembocadura de la laguna glaciar de Jökulsárlón

A las 16:30 iniciamos nuestro regreso a Vík í Mýrdal para pasar la noche. Nuestro plan era detenernos en todos los lugares de interés que nos habíamos saltado por la mañana debido a nuestra reserva para el paseo en barco, algo muy recomendable en verano para no quedarse sin plaza.

Catarata Svartifoss
Valle de  Fjaðrárgljúfur
Raza de caballos islandesa
Ovejas islandesas

Día 4: De Vík í Mýrdal a Reikiavik, en busca de otros paisajes.

Cueva de Hálsanefshellir

Para nuestra sorpresa, los acantilados estaban llenos de nidos de frailecillos, y el mar estaba repleto de estas aves nadando y pescando. A pesar de ser finales de agosto, época en la que normalmente migran, pudimos disfrutar de su presencia.

Frailecillos en la Playa Negra de Reinisfjara

Avión estrellado en Solheimasandur

Nuestra siguiente parada fue el Punto de Información del Eyjafjallajökull, donde recordamos la erupción que causó tanto caos en el tráfico aéreo hace 14 años. Disfrutamos de una sopa del día en el acogedor café, una tradición islandesa al mediodía.

Secret Lagoon en Flúðir
Mjólkurbúið Mathöll, mercado gastronómico en el pueblo de Selfoss

Finalmente, llegamos a nuestro apartamento en Þing, a las afueras de Reikiavik, donde pasaríamos las siguientes tres noches. Este alojamiento tranquilo está cerca del lago Ellidavatn y a solo 15 minutos en coche del centro de la ciudad.

Día 5: Reikiavik.

Auditorio Harpa, en Reikiavik
Parlamento islandés, en la plaza Austurvöllur
Calle Skólavörðustígur
Catedral Hallgrimskirkja
Calle Frakkastígur y su famosa panadería
Calle peatonal comercial Laugavegur
Excursión de avistamiento de cetáceos en barco.
Puerto pesquero. Locales de sopa de langosta.

Para finalizar la tarde, es clásico cenar una sopa de langosta en uno de los restaurantes de los muelles. Sin embargo, debido a mi alergia a las gambas, optamos por buscar esta delicia en los supermercados, donde se puede encontrar en la sección de productos cocinados o incluso en lata. Por apenas 10-12€ para dos personas, disfrutamos de esta exquisitez local, seguida de un filete de cordero adobado, cuya calidad es extraordinaria y asequible si lo cocinas en el apartamento.

Con el estómago lleno y satisfecho, nos fuimos a dormir temprano para estar listos ante la jornada de conducción que nos esperaba al día siguiente.

Día 6: Península de Snæfellsnes.

Focas comunes en la playa Ytri Tunga.
Iglesia Búðakirkja, de 1703.
Garganta Rauðfeldsgjá

Continuamos nuestro viaje hacia la garganta Rauðfeldsgjá, una agradable sorpresa que no esperábamos. Este lugar te da una idea de los caprichos del paisaje volcánico en este rincón del mundo. Desde la carretera elevada y más concretamente desde el Snæfellsjökull View Point, se pueden avistar inmensas llanuras con su leyenda islandesa incluida sobre un solitario que vagaba por la zona.

Snæfellsjökull View Point
Formas imposibles en los acantilados de Arnastapi

Para terminar la jornada, nos dirigimos a Kirkjufellsfossar, las cascadas al pie del monte Kirkjufell, esa extraña montaña de forma cónica casi perfecta que es un reclamo turístico del país. Aunque el tiempo no nos acompañó y la lluvia dispersó a los visitantes, aún me pregunto si valió la pena los 45 minutos de conducción desde Arnarstapi para llegar a este punto.

Kirkjufellsfossar, las cascadas al pie del monte Kirkjufell

El día concluyó con un viaje de 2 horas y 20 minutos de regreso a Reikiavik bajo la lluvia, seguido de un merecido descanso para prepararnos para nuestro séptimo y último día en Islandia.

Día 7: Península de Reykjanes.

En nuestro último día en Islandia, decidimos explorar los alrededores del aeropuerto de Keflavik para devolver el coche con facilidad y aprovechar al máximo las visitas sin perder tiempo en los trayectos. Inicialmente, planeamos visitar el área geotérmica de Hveradalir y sus impresionantes colores, pero el mal tiempo nos llevó a la localidad de Hafnarfjörður, a solo 15 minutos de nuestro alojamiento.

El curioso Hotel Viking, en Hafnarfjörður.
Interior de la casita Sívertsen, del siglo XIX.
Blue Lagoon, piscina de aguas termales procedentes del desecho de la central geotérmica cercana

Con el cuerpo más o menos relajado, devolvimos nuestro coche y nos embarcamos a nuestro vuelo a Oslo, donde dormimos en los acolchados sofás del aeropuerto y continuamos viaje hasta Alicante, a la mañana siguiente.

Viajar a finales de agosto nos brindó un clima relativamente benigno y la oportunidad de avistar frailecillos. Sin embargo, nos queda pendiente una segunda visita para cazar alguna aurora boreal, disfrutar de alguna cueva de hielo o ver ballenas en el norte. Ahora que sabemos que podemos escaparnos en temporada alta una semana por unos 1450€/persona, con alojamiento, comidas, entradas, transporte y vuelos, ¡lo apuntamos en nuestra lista de futuros viajes!

La dotación de bares y restaurantes del país no es abundante. Los islandeses hacen vida social en las casas, como la mayoría de los nórdicos. Un cubierto completo puede salir por unos 70€/persona, por lo que si el presupuesto es ajustado es importante comprar en el supermercado y cocinar en los diferentes alojamientos.

Creemos que es indispensable probar:

  • Húmarsupa, sopa de langosta (35€) una sabrosa crema de marisco que además lleva tomate y numerosas especias. La alternativa se vende en la sección de refrigerados en el supermercado por unos 15€ para dos raciones.
Homarsúpa, sopa de langosta que se puede conseguir en supermercados.
  • Cordero adobado. Un bocadillo gourmet en un mercado gastronómico puede salir por unos 30€, aunque también se puede encontrar sabrosísimo en los supermercados listo para poner a la plancha.
  • Bacalao fresco con salsa tártara. Suele ser el pescado más habitual para tomar en un Fish &Chips callejero por unos 15€ o en un plato más elaborado con patatas cocidas y vegetales por unos 35-40€.
Bacalao con salsa tártara en Samúelsson Matbar, en Selfoss
  • Albódigas suecas con puré de patatas en platos preparados para calentar en microondas por unos 15€.
  • Pastas nórdicas de untar bocadillos de paté de salmón o huevas de bacalao. Para los amantes de las conservas y los sabores salados, buscad estos tubos que aparentan ser grandes de dentífrico, en las neveras del supermercado por unos 3€.
Tubos nórdicos de crema de salmón o huevas de bacalao untable.
  • Embutidos (lomo y salchichón) de cordero, que pueden resultar especialmente fuertes a algunas personas.
  • Pylsur, el perrito caliente que puede ser de cordero y se encuentra por unos 12€ en numerosos puestos callejeros.
  • Hafnarbudin, bocadillo de langosta, una exquisitez disfrazada de street food, que puede salir por unos 20€.
Hafnarbudin, bocadillo de langosta.
  • Skýr, el postre lácteo nacional. Una crema-yogur natural o con sabores, muy densa y proteica, ideal para esas latitudes. Un bote en un supermercado puede salir por unos 3€.
  • Kanilsnúðar, rollos de canela, que aunque es un postre para año nuevo se toman durante todo el año.
Skýr, postre lácteo nacional
Kanilsnúðar, rollos de canela

Aunque visitamos algún sitio más, creemos que merece la pena mencionar:

Deliciosos platos de carne o pescado de la cocina local, con el toque perfecto, por muy poco dinero (para ser Islandia). Puedes combinarlos con otras opciones del Food Court de Selfoss, en un ambiente informal y muy acogedor en la antigua fábrica de Skýr del pueblo.

Samúelsson Matbar se encuentra en el interior del mercado gastronómico de Selfoss
  • Seabaron.($$) Geirsgata 4a, 101 Reykjavík

Minúsculo local en el puerto pesquero de Reikiavik para probar la Humarsupa por unos 27€.

Es el puesto de perritos calientes más famoso del país. Situado en pleno centro de Reikiavik, muy próximo a Harpa Concert Hall, te permite disfrutar la comida no oficial más famosa del país de pie en unas mesitas organizadas alrededor del local.

Camioneta de bocadillos de langosta en el aparcamiento a los mismos pies de la laguna glaciar de Jökulsárlón. Unos bancos improvisados con troncos sirven de asientos para disfrutar de esta exquisitez a la intemperie.

Heimahumar «Local Langoustine» Truck, en la laguna glaciar de Jökulsárlón

Sin duda el mejor alojamiento de todo nuestro viaje. Esta granja de ovejas situada a unos 10 minutos en coche de Selfoss, en dirección a Vík ý Mýrdal, ofrece unas instalaciones impecables con desayuno nórdico incluido por 170€/noche en temporada alta. Se puede hacer uso de su comedor y microondas para preparar la cena y además dispone de jacuzzi al aire libre y sauna. El trato es estupendo y nos pareció un lugar fantástico para avistar auroras boreales, al encontrarse alejado del núcleo urbano.

Sauna con vistas al campo en la granja de ovejas Lambastadir.

Esta vieja casa de huéspedes está muy bien situada y ofrece desayuno por unos 140€/noche, además de una pequeña cocina equipada para prepararse la cena. Las mejores habitaciones (nosotros probamos con y sin baño en la habitación, puesto que era lo único disponible) son las más económicas de la planta alta, con vistas a la iglesia y en las que el baño compartido no supone un problema, ya que es un baño de casa que únicamente se comparte con otra habitación. Una opción muy económica con un trato estupendo de un exalumno de la escuela de Hostelería de mi ciudad (¡qué pequeño es el mundo!).

Este coqueto apartamento nuevo estaba superbien equipado y tenía aparcamiento propio, por sólo 90€/noche. Aunque está a 15 minutos del centro de Reikiavik tenía parada de autobus cercana y posibilidad de pasear hasta el lago. Los dueños también prestaban bicicletas para bajar a pasear junto al lago si lo deseabas.

La puerta lateral corresponde a nuestro apartamento Airbnb en Kópavogur

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