A veces no es preciso viajar muy lejos, ni gastarse una fortuna, para disfrutar de destinos muy exóticos. La isla de Tenerife es la muestra de que en nuestro país puedes subir altísimas montañas, visitar volcanes con fumarolas aún activas, caminar por tubos volcánicos, contemplar las estrellas en uno de los mejores lugares del mundo para hacerlo, dejarte conquistar por una hermosa arquitectura que transporta a las ciudades coloniales de Sudamérica, sumergirte en bosques prehistóricos y disfrutar de los paisajes y gastronomía únicos de las Canarias. Cuatro días en la isla de Tenerife, en abril de 2018, dan para esto y para mucho más. ¿Nos acompañáis?
Qué encontrarás aquí
- Introducción
- Día 1, por la tarde. San Cristóbal de La Laguna: arquitectura colonial.
- Día 2, por la mañana. Parque rural de Anaga: bosques milenarios.
- Día 2 por la tarde. La Orotava: la tradición de los balcones de madera. Playa negra el Bollullo. Atardecer en el Puerto de la Cruz.
- Día 3, por la mañana. Icod de los Vinos. Túnel de lava volcánico. Plataneras SAT Malpaís y acantilados de Punta de las Coloradas, con sus columnas basálticas. Pirámides de San Marcos.
- Día 3, por la tarde. Garachico: piscinas naturales. Punta del Teno y Acantilados de los Gigantes: imposible describirlos con palabras o fotos…
- Día 4, Parque Nacional del Teide. Observatorio del Teide. ¿Hemos llegado a la luna?
- Día 5, por la mañana. Santa Cruz de Tenerife. Playa de las Teresitas.
- Conclusión
- Dónde y qué comer
- Dónde dormir
Día 1, por la tarde. San Cristóbal de La Laguna: arquitectura colonial.
Nuestro viaje comenzó tomando un vuelo de mañana directo al minúsculo aeropuerto de Tenerife Norte. Resulta inevitable pensar que, en este pequeño aeródromo, antes llamado de los Rodeos, ocurrió en 1977 el accidente aéreo con mayor número de víctimas de la historia de la aviación… Pero, en fin, como viajas con la ilusión del descubrimiento de un nuevo destino, enseguida se esfuman estos pensamientos… Eso sí, es un aeropuerto perfecto para amantes de la aviación, ya que permite la observación de despegues y aterrizajes desde la carretera que rodea las pistas.
Para aprovechar el resto del día, la población de San Cristóbal de La Laguna, situada a 3 km resulta perfecta. A pesar de sus 150.000 habitantes, su Universidad y el ambiente de sus calles, su casco histórico te hace sentir como si estuvieses en un pueblo. Pasear esta zona peatonal declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, te permite descubrir una cuadrícula perfecta y coloridas casitas de dos plantas, que sirvieron de inspiración para otras ciudades coloniales como Cartagena de Indias o La Habana.
Es indispensable asomarse a: la sobria Iglesia de la Concepción del año 1502 (la más antigua de la isla); la Iglesia y Convento de San Agustín; la Iglesia de los Remedios o Catedral de San Cristóbal de La Laguna, de fachada neoclásica del siglo pasado; la barroca Iglesia de las Catalinas y a la decorada con frescos, Santo Domingo de Guzmán.
No obstante, si tenemos que destacar un lugar sería la peatonal calle Herradores con sus casas de colores, la plaza del Adelantado y los señoriales palacios de la calle Obispo Redondo (antigua Calle La Carrera). En esta última, se encuentran la casa del Corregidor, la casa de la Alhóndiga y la casa Alvarado-Bracamonte o de los capitanes, donde se encuentra actualmente la Oficina de Turismo.
Para acabar el día, sentarse tranquilamente a picar algo en alguna de sus terrazas es el broche perfecto a una exploración que se completa con el Ayuntamiento, el Teatro Real o la casa Salazar entre otros.
Día 2, por la mañana. Parque rural de Anaga: bosques milenarios.
La isla de Tenerife es un paraíso para los senderistas, por lo que nos pareció indispensable dedicar una mañana a esta práctica en un entorno privilegiado. El Parque Natural de Anaga, situado en el norte de la isla y a apenas a unos minutos en coche de La Laguna, alberga los mayores bosques de laurisilva del continente.
El mejor lugar para comenzar la ruta es el centro de visitantes Cruz del Carmen, de donde parten diversos senderos, como el de El Batán o el de Hija Cambada, que te introducen de lleno en esta tupida y húmeda selva de troncos retorcidos, musgo y líquenes. Su aspecto se debe a que la laurisilva es un fósil viviente, un tipo de bosque que ya existía hace más de 40 millones de años en la cuenca mediterránea y desapareció con la última glaciación. Sin duda, pasear esta Reserva de la Biosfera es uno de los grandes atractivos de la isla. Si es época de temperaturas altas, podéis ponerle la guinda bañándoos en una de las magníficas calas que encontraréis al final de estas rutas. Aunque lo más habitual, es que os encontréis una densa niebla en lo alto del monte…
Día 2 por la tarde. La Orotava: la tradición de los balcones de madera. Playa negra el Bollullo. Atardecer en el Puerto de la Cruz.
Dedicamos la tarde al municipio de La Orotava, ya que el pueblo es ideal para un relajado paseo y un café. El casco urbano tiene algunos rinconcitos encantadores como la Plaza de la Constitución, la Plaza del Ayuntamiento, la barroca Iglesia de Nuestra Señora de la Concepción, los minúsculos pero especiales jardines Hijuela del Botánico o el imponente palacete y jardines del Liceo Taoro.
Además, la población es perfecta para admirar todos los balcones coloniales de madera, cuyo mejor exponente abierto al público está en la famosa Casa de los Balcones, del siglo XVII. Este pequeño museo etnográfico es un ejemplo magnífico de arquitectura canaria y nos permite conocer el interior de estas casas y sus impresionantes galerías.
Completamos la visita al municipio acercándonos a su línea de costa. Aunque el casco urbano de La Orotava está retirado del mar, el término municipal sí que se encuentra al borde de éste y deja algunas estampas paisajísticas impresionantes de inmensas playas negras, como la del Bolullo.
Para terminar la tarde, merece la pena echar un vistazo a una de las poblaciones más grandes y turísticas de la isla: Puerto de la Cruz. Es un sitio de veraneo en el que, dependiendo de vuestros gustos, podréis dedicarle un día más y acudir a la laguna artificial de agua de mar del complejo Martiañez, o al famosísimo zoo de aves exóticas Loro Parque.
Nosotros únicamente disfrutamos el atardecer paseando por las playas junto al Castillo de San Felipe, una minúscula fortaleza de 1604, convertida en sala de exposiciones y de entrada gratuita. Eso sí, por favor, no levantéis un monolito con piedras junto a ella. Cientos de ellas han sido realizados ya por turistas a lo largo de los años y aunque resulta muy llamativo apreciarlos, arruinan y trastocan el paisaje natural…
Día 3, por la mañana. Icod de los Vinos. Túnel de lava volcánico. Plataneras SAT Malpaís y acantilados de Punta de las Coloradas, con sus columnas basálticas.
Pasamos la noche en Icod de los Vinos, para poder madrugar y aprovechar al máximo las maravillas naturales que nos depararía este día. Comenzamos la mañana caminando por las empinadas cuestas del pueblo y echando un vistazo al Drago Milenario, el ejemplar de esta especie más longevo del mundo. Se le calculan unos 700 años de antigüedad y se encuentra en el interior de un parque de pago. Sin embargo, sus 17 metros de altura y la abrupta orografía del pueblo facilitan mucho apreciarlo desde fuera.
La segunda parte de la mañana la dedicamos a visitar el interior de un túnel de lava. El más famoso de la isla se encuentra acondicionado para el turismo (incluso con iluminación) y se denomina la Cueva del Viento. Muchos no saben que esta formación, producida por las corrientes de aire en la lava incandescente del volcán, se extiende en tres niveles y se cartografiaron más de 18 km, accesibles desde otras entradas escondidas en el pueblo. Entrando por una de estas otras entradas, tuvimos la suerte de ver uno de los túneles volcánicos más grandes del mundo completamente solos, acompañados únicamente por una persona de nuestro alojamiento… Sin duda, una de las mejores experiencias de nuestro viaje.
También en este término municipal y un poco más tarde, bajamos a los acantilados a contemplar el espectáculo del Océano Atlántico rompiendo contra las rocas, debido al intenso temporal que había…
Y fue así, como descubrimos Punta de las Coloradas. Dejas el coche donde la carretera se para y cruzas a pie la Finca platanera SAT Malpaís, que posee una servidumbre de paso hasta un precioso sendero litoral. En este trayecto a pie, ¡te emocionas al ver tan cerca los árboles y mazos de plátanos!
Y también te sorprendes cuando encuentras el mar rompiendo contra las coladas de Malpaís o las columnas basálticas. Así mismo, disfrutas de unas vistas inigualables del Roque de Garajados con las olas saltando por encima del mismo. No es un sitio turístico, pero condensa en muy poco espacio el espíritu de la isla.
Como nuestra expedición a esta zona fue fortuita, descubrimos después que allí se encuentra uno de los grandes misterios de la isla: las pirámides de piedras volcánicas. En concreto, nos perdimos las Pirámides de San Marcos, junto a la playa del mismo nombre. Solo son accesibles a pie a través de otra finca platanera.
Son hermanas gemelas de las famosas pirámides de Güímar, pero sin cobro de entrada como en estas últimas. Se cree que los majanos, como son conocidas estas construcciones por los locales, se remontan al siglo XIX. Se piensa que se preparaban para la explotación de la cochinilla, para tinte, en zonas estériles para el cultivo. Otras teorías, sostenidas por los fundadores del parque de pago de Güímar hablan de construcciones para posibles rituales de los guanches en el siglo XV, buscando parecidos, por su forma, con las pirámides aztecas… pero nada de esto se ha demostrado…
Día 3, por la tarde. Garachico: piscinas naturales. Punta del Teno y Acantilados de los Gigantes: imposible describirlos con palabras o fotos…
Dedicamos la tarde al extremo oeste de la isla. Comenzamos dando un paseo por el minúsculo pueblo de Garachico y su colorido casco antiguo, que forma parte de la red “Los pueblos más bonitos de España”. En él destacan la Plaza de la Libertad y el parque Puerta de Tierra, donde se encuentra el antiguo acceso al pueblo desde el mar. A orillas de éste último, también se puede contemplar la pequeña fortaleza del siglo XVI, Castillo de San Miguel y las piscinas naturales del Caletón, dejadas por el volcán Trevejo y que permiten remojarse al abrigo del oleaje del Atlántico.
Continuamos nuestra ruta en dirección a la espectacular Punta del Teno, para nosotros uno de los lugares imprescindibles de la isla. Hay tres maneras de conocer este sobrecogedor paisaje de acantilados de tonos rojizos y negros de 60 m de altura. En primer lugar, se puede recorrer su parte alta, llegar a la encantadora aldea de Masca, descender el barranco (5 km) hasta la cala del mismo nombre, y tomar desde allí, un barco hasta el puerto de los Gigantes o desandar lo andado (muy duro). En segundo lugar, está la opción de coger un barco turístico desde el puerto de los Gigantes, de duración determinada, para avistamiento de cetáceos y disfrutar las vistas desde éste. O por último, dejar el coche en Buenavista del Norte, como hicimos nosotros, y tomar el autobús urbano 365 hasta el faro de punta del Teno. Esta opción te permite pasear, bañarte y tener perspectiva sobre esta maravilla de la naturaleza sin límite de tiempo, de la manera más económica y sin realizar una exigente ruta senderista.
Completamos el día, disfrutando de la parte alta de los acantilados de los Gigantes, que nos condujo hasta Playa América y Puerto de Los Cristianos, donde pasamos la noche y los alojamientos son más abundantes y económicos, al ser típica zona de turismo “sol y playa” que se puede disfrutar todo el año, gracias a las temperaturas suaves de la isla. Eso sí, si tenéis oportunidad de quedaros un día por la zona o incluso si queréis hacerlo por la noche, podéis disfrutar de Siam Park, el considerado mejor parque acuático del mundo.
Día 4, Parque Nacional del Teide. Observatorio del Teide. ¿Hemos llegado a la luna?
Desde Puerto de los Cristianos se tarda una hora en llegar al masificado teleférico del Teide. Así, en apenas 8 minutos podrás ascender desde los 2356 m de la base, hasta los 3555 m de la estación superior, también conocida como la Rambleta, en un breve trayecto que quedará grabado en tu retina para siempre. Recomendamos llevar la entrada sacada con antelación por internet para evitar parte de la cola. También se hace indispensable subir con algo de ropa para protegerse, ya que la temperatura arriba suele ser inferior y sopla el viento.
Si además sois amantes de la montaña, como nosotros, no dejéis de ascender los 160 m de desnivel hasta hacer cumbre en el cráter del volcán (sendero Telesforo Bravo), a 3715 m, la más alta de España. Además, presenciamos como el volcán aún se encuentra activo despidiendo gases en algunas de sus fumarolas y el mar de nubes que se forma hacia al norte. Pero, es muy importante conseguir el permiso para hacer cumbre, en la página de Parques Nacionales que os indicamos aquí, con más de tres meses de antelación, puesto que únicamente 200 personas al día pueden acceder.
La visita al Parque Nacional del Teide se completa acudiendo al Mirador del Llano de Ucanca, el Mirador de la Ruleta, los Roques García o el Mirador del Tabonal Negro, para apreciar formaciones únicas, malpaís y la sensación de encontrarte en la luna.
Roques García, en el Parque Nacional del Teide
Y cuando crees que has terminado de encontrarte en el espacio, continúas por la TF-21 y por la TF-24, hasta el Mirador de El Corral del Niño, desde donde se aprecia perfectamente el Observatorio Astronómico del Teide, uno de los tres mejores lugares del mundo para ver estrellas. Tienen visitas guiadas al observatorio, para conocer dos de los telescopios solares, un telescopio nocturno y participar en un pequeño taller de astrofísica.
Terminamos la jornada conduciendo por la carretera TF-24 para dormir en Santa Cruz de Tenerife y conocer un poco la ciudad antes de nuestro vuelo de regreso. Esta hermosa carretera discurre con unas vistas increíbles del Teide sobre el mar de nubes, que te hacen querer parar en cada mirador. Para nosotros, dos de ellos destacan por encima de los demás: el de La Tarta, denominado así por la colorida formación geológica que deja al descubierto; y el de Chipeque, por estar despejado de árboles y paredes rocosas. También os sorprenderá el frondoso bosque de pinos por el que discurre su tramo medio.
Día 5, por la mañana. Santa Cruz de Tenerife. Playa de las Teresitas.
Santa Cruz de Tenerife es una ciudad que, como Vigo o Alicante, ha crecido un poco a espaldas del mar, a pesar de encontrarse junto a él, debido a que el enorme puerto industrial interrumpe esta relación y el disfrute de las orillas marítimas por sus ciudadanos.
No obstante, tiene algunos rincones interesantes que no hay que perderse. Por ejemplo, pasear su zona comercial peatonal en los alrededores de la Plaza de la Candelaria hasta la Plaza España; internarse en el casco antiguo y sus casitas bajas de colores junto a la Iglesia de la Concepción; acercarse al cercano mercado Nuestra Señora de África y sorprendernos con las decenas de variedades de papas, para preparar con mojo; visitar el Parque García Sanabria y admirar algunos de los edificios modernistas junto a él, pueden darnos una idea de la ciudad. La Oficina de Turismo de la ciudad organiza algunos paseos de manera gratuita.
Por último, la visita se puede completar con el Auditorio Adán Martin, obra del famoso arquitecto Santiago Calatrava, el castillo de San Juan Bautista, la visita al jardín botánico dedicado a las palmeras Palmetum o incluso un baño en el Parque Marítimo César Manrique.
Y no quisimos despedirnos de Tenerife sin ver la única playa no negra de la isla, la de las Teresitas, situada 15 minutos al norte de la ciudad y donde los santacruceros acuden a tomar el sol y bañarse. Y ¿a qué se debe su fina y dorada arena enmarcada entre paredes negras de acantilado? Sencillamente, a que la arena fue traída directamente del Sáhara para regenerarla. El conjunto constituye un paisaje verdaderamente singular…
Así fue como, en cuatro días (ya que el primero y el último únicamente fueron medio día cada uno) nos llevamos una idea de los tesoros de la isla. Sin duda, hubiésemos necesitado más días para conocer el santuario de Nuestra Señora de la Candelaria, las formaciones y parque natural de las playas de la Tejita y Montaña Roja, o ver las pirámides de Güímar, entre otras cosas, pero aun así la “Isla de la eterna primavera” ha dejado una huella indeleble en nuestros corazones.
Dónde y qué comer
- Los guachinches. No os ponemos uno en concreto, porque al que acudimos en Santa Úrsula ha cerrado (hace 5 años de nuestro viaje). Pero sí buscad alguno de los numerosos que encontraréis con la aplicación Guachapp para el móvil.
Este tipo de establecimiento, propio del Norte de Tenerife y en especial de la zona de Tacoronte, Acentejo e Icod, es una casa de comidas caseras donde sirven vino del país y tapas locales. Se sitúa en garajes de casas en las que se produce vino de cosecha propia, que es el que te ofrecen acompañado de ropa vieja (sobrantes de puchero de garbanzos), queso asado o papas con mojos verde y rojo, almogrote (untable de queso y mojo rojo) o Carne Fiesta (tacos de cerco en adobo con patatas fritas). Suelen ser establecimientos muy económicos, con mucho ambiente y muy populares entre los lugareños.
Dónde dormir
- Drago Hostel. C. Fray Cristóbal Oramas, 43, 38430 Icod de los Vinos. +34 660 81 38 27 ($). Establecimiento correcto muy económico, sin grandes pretensiones. Destaca su desayuno y su jacuzzi en la azotea con vistas al Teide, así como que puede organizarte visitas a los tubos de lava menos turísticos por un módico precio.
- Parigi Hotel Bed & Breakfast. Calle Jesús y María, 40. 38001 Santa Cruz de Tenerife. +34 664610187 ($). Establecimiento sencillo, muy céntrico, acogedor, moderno y limpio con desayuno incluido. Perfecto para explorar el centro de la ciudad.
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