Bienvenidos al caos hipnotizante que te transporta a la Edad Media. Bienvenidos a un inmenso mundo de artesanos, negocios, mercados, madrazas, mezquitas, curtidurías, riads, fuentes, rincones escondidos y muchísima historia y tradición. Intentaremos conduciros a través de sus calles con la ayuda de un plano y recordando los maravillosos detalles que nos descubrió nuestra guía en la ciudad, Mariam.
Qué encontrarás aquí
Fez fue nuestro punto de partida de un hermoso viaje de reencuentro con Marruecos, después de 18 años sin pisar el país. Y ha resultado ser nuestra preferida de las cuatro ciudades imperiales, de las que forma parte junto con Rabat, Marrakech y Meknes.
La tercera ciudad de Marruecos alberga la zona peatonal más grande del mundo, declarada Patrimonio Mundial de la Unesco, en el año 1981. Dos caóticas medinas, Fes Al-Jdid (medina nueva del siglo XV, barrio judío, también llamado Mellah) y Fes Al-Bali (la medina antigua del siglo VIII y la más conocida y extensa). Rodeadas por 15 km de muralla, las medinas aún son habitadas por medio millón de almas. En este espacio no transitan coches, ni motos, sólo mulas de carga y peatones…
Por este motivo, resulta bastante complicado orientarse y puede llegar a ser agobiante para algunos turistas. Como no disponíamos de más días para explorarla, nos decantamos por contratar una guía oficial, Mariam, descubierta gracias a nuestra compañera Cristina, del blog unplanetaporviajar.com. Resultó ser una gran profesional que únicamente te muestra sitios culturales, nada de tiendas. Si queréis su contacto, escribidnos y os lo enviamos.
Cómo llegar a Fez
Si os decantáis por llegar en avión, el aeropuerto internacional Fez Saiss recibe vuelos de bajo coste desde varias ciudades españolas. Una vez allí, se puede tomar un “grand taxi” blanco y autorizado a circular fuera y dentro de la ciudad. Se comparte o bien se pacta utilizarlo únicamente vosotros. Eso sí, nunca se debe pagar más de 150 dirhams, que se negocian antes de subirse al taxi. La mayoría de ellos aceptan 15 euros, si lleváis el importe exacto. Por este motivo no resulta imprescindible cambiar en el aeropuerto, donde el cambio es muy desfavorable. Podréis esperar a hacerlo en las numerosas casas de cambio en la ciudad.
Previamente a vuestra llegada a la ciudad es importante informarse en el alojamiento elegido qué puerta de la Medina es la más favorable para llegar a él y para poder pedir al taxista que os lleve hasta la misma. Por último, si vuestro alojamiento está en el interior de la Medina, existe la posibilidad de negociar con el alojamiento que alguien salga a buscaros a esa puerta, persona a la que podéis entregar unos 20 dirhams de propina.
En cambio, si llegáis por tren a la estación de ferrocarril, situada en la Ville Nouvelle, es posible tomar un “petit taxi”, pequeño coche rojo, que, por unos 30 dirhams máximo, os acercará a cualquiera de las puertas de la Medina.
Cómo moverse por Fez
En primer lugar, es importante recalcar que, para orientarse por las medinas de Fez, recomendamos no basarse en Google Maps, porque no aparecen la mitad de los callejones ni sus nombres. Es mejor seguir las indicaciones que os ofrecemos y utilizar un plano en papel con los nombres de todas las calles, como el que os dejamos aquí. Eso sí, un problema importante con el que os tropezaréis es que las grafías de los lugares resultan muy variadas de unas guías a otras, de unos planos a otros con respecto a los carteles de las calles. Ojo, porque en ocasiones difieren en una o varias letras, puesto que su grafía original es árabe y puede ser que no las veáis en el plano que estéis utilizando.
En segundo lugar, recomendamos tener el mapa de Google Maps descargado en el teléfono, puesto que muchas zonas de la Medina están en sombra en cuanto a cobertura del móvil. De esta manera, gracias al GPS del teléfono, podréis saber más o menos dónde estáis en relación hacia donde queréis llegar. Al moveros, aunque no sea a través de la calle más adecuada, al menos veréis si os estáis aproximando a vuestro siguiente objetivo. Os dejamos un mapa con todos los puntos marcados lo más aproximado que hemos podido hacerlo aquí.
Por otra parte, a la hora de consultar cualquier plano os recordamos que una misma calle, o aparentemente en prolongación, puede tener nombres distintos según el tramo en el que os encontréis. Por ejemplo, la famosa cuesta pequeña, Talaa Sghira, se convierte en Zqaq Lahjar, en el tramo más próximo a la fuente Nejjarine.
Otro pequeño truco que conviene recordar es que los nombres de las calles (en alfabeto latino, árabe y bereber) escritos sobre carteles rectangulares significan que la calle es transitable y comunica con otras; mientras que un nombre escrito sobre una placa hexagonal indica que estás entrando en un callejón sin salida.
Por último, siempre tenéis la oportunidad de que un lugareño os saque de algún sitio donde os hayáis desorientado, por una pequeña propina (10-20 dirhams) Pedidle que os deje en alguna de las dos calles principales de Fes Al-Bali: Talaa Kebira (cuesta pequeña) o Talaa Sghira (cuesta grande) que, recorridas en sentido ascendente, os llevarán a salir de la Medina por una de las principales puertas de la ciudad. Son muy fácilmente reconocibles por la cantidad de turistas que las transitan hasta la hora en que los negocios están abiertos (7 de la tarde durante el Ramadán).
Si explorar a vuestro aire, con casi seguro algún momento de estar perdidos, no os es atractivo, recomendemos contratar un guía local oficial (exigid acreditación) en vuestro riad u hotel. Las visitas privadas cuestan 400 dirhams, más propina (10%) para un día completo y en total para dos, tres o las personas viajéis juntas. Así podréis disfrutar tranquilamente y a vuestro aire de todos los rincones que os descubrirán y aprender muchísimo sobre el artesanado y la cultura fasíes.
Para los más curiosos y exploradores aquí va nuestro paseo y los lugares más singulares que visitamos durante un día. Hemos intentado reproducirlo lo más fielmente, aunque alguna calle puede no estar marcada con toda la precisión que merecería en el Google Maps que también os dejamos en este enlace. Creemos que las indicaciones y el plano en papel son bastante más precisas…a la antigua usanza…como todo en esta hermosa ciudad medieval…
Plaza Batha
Nuestra ruta por la ciudad comienza en la plaza Batha, uno de los puntos próximos a la muralla de Fez Al-Bali. Y comienza en este lugar porque en una de sus bocacalles, tras la farmacia, se encontraba nuestro alojamiento, del que también os hablaremos en el apartado Dónde dormir.
Es un lugar perfecto para coger uno de los numerosos “petit taxi” de color rojo que os acercarán al Palacio Real por unos 10 dirhams la carrera, que debéis acordar antes de subiros.
MELLAH, LA JUDERÍA DE FEZ
Palacio Real de Fez
Nuestra primera parada es la Place des Alouites, en la puerta principal del Palacio Real de Fez. Es uno de los numerosos palacios utilizados por la familia real marroquí y donde se aloja el actual rey cuando visita la ciudad. Aunque los primeros edificios datan del año 1276, desde el exterior sólo se puede admirar esta gran puerta construida en entre 1969 y 1971. También se pueden intuir algunos de los edificios interiores, a través de una puerta lateral situada sobre la Rue Ksissat, que lo bordea por la izquierda. Por último, siguiendo el paseo que os proponemos, también podéis admirar la vistosa puerta trasera del recinto, situada al final de la Grande Rue de Fes-Al-Jdid.
Cementerio Judío
A la derecha de la fachada principal, casi, casi sobre la misma plaza se encuentra la entrada al Cementerio Judío de Fez. Esta enorme necrópolis hebrea se encuentra en el extremo sur de la judería y alberga miles de pequeñas tumbas blancas, que se extienden ladera abajo, creando un paisaje singular. Una de las historias más hermosas es la que se asocia a la tumba de la joven Solika, que se encuentra enterrada entre rabinos y hombres importantes. Solika fue una mártir del siglo XIX, dice la leyenda que muy hermosa y pretendida por importantes musulmanes, que pagó muy caro el negarse a casarse para no tener que convertirse al islam.
Calle Bou Ksissat: arteria principal de Mellah
Nuestro paseo continúa explorando Fes Al Jdid o Mellah (Saladero), el barrio judío. La calle que parte del lado izquierdo del Palacio Real es una de sus principales arterias. Al lado izquierdo de la misma, podréis descubrir multitud de tiendas donde alquilan y venden bandejas ceremoniales y otros artilugios utilizados en las bodas marroquíes.
La arquitectura de esta y todas las calles del barrio es completamente diferente a la que después se aprecia en Fez Al Bali (viejo Fez, la Medina principal). Aquí las calles son anchas y las casas tienen balcones hacia el exterior, con ropa tendida y multitud de objetos a la vista. Permiten adivinar el carácter abierto de los judíos que otrora poblaron la zona y se instalaron alejados del área musulmana. Fueron construidas al abrigo del Palacio Real, bajo la protección del Sultán, que se aprovechaba de su dinero.
Zoco de las joyerías judías
Continuando la misma calle, el viajero llegará hasta la gran puerta Bab-el-Semmarine, situada en la acera izquierda en el sentido de la marcha. En lugar de atravesarla, debe girar a la derecha, hacia la Grand Rue de Fez Al Jdid, para descubrir un poco más del Mellah. Siguiendo en esa calle dirección la puerta Bab-Al- Magana y girando por la 2ª callejuela a la izquierda (poner en Google Maps Bijouterie Moura), el visitante se adentrará en una placita y callejones llenos de joyerías. Antaño estos negocios pertenecían a judíos, aunque hoy en día todos son regentados por marroquíes.
Puerta Bab-el-Semmarine y Grand Rue de Fès el Jdid: zoco de ropa, telas e hilos
Deshaciendo nuestros pasos desde la localización anterior hasta llegar de nuevo a la calle Bou Ksissat, cruzaremos la puerta Bab-el-Semmarine y nos adentraremos en la ancha calle comercial Grand Rue de Fès el Jdid, zoco especializado en chilabas, trajes, vestidos, telas, hilos y sastres. Con un poco de suerte y curioseando en algunos callejones que salen a mano izquierda, daréis con una tienda de hilos dónde podréis encontrar a algún hombre trenzando hilos para chilabas de celebración. Sin duda, ver a la gente desarrollar diferentes oficios artesanales es uno de los grandes atractivos de esta ciudad…
Puerta Bab-Mechouar: puerta trasera del Palacio Real
Al terminarse la comercial Grand Rue de Fès el Jdid, desembocamos en una placita con dos arcos a mano izquierda, que conducen a otra pequeña a la que llegan los coches. Merece la pena realizar ese giro y observar la imponente Bab-Mechouar o puerta trasera del Palacio Real. Además, ciertos días a la semana se organiza un mercadillo de ropa en este mismo lugar.
Jardines Jnan Sbil
Volviendo a la plaza del final de la Grand Rue de Fès el Jdid, si en lugar de girar a la izquierda para encontrar la puerta Bab-Mechouar, lo hacemos a la derecha encontramos la puerta Bab Talaa Habat. Atravesándola, desembocamos en una amplia calle que discurre entre el río y la muralla hasta llegar a una señal que pone Café Restaurant La Noria. En ese punto, giramos a la izquierda, cruzando un puente que conduce a un callejón que nos lleva directos a la avenida Moulay Hassan (con paso de coches). En la avenida doblamos a la derecha.
Continuando por la misma y en la acera de la derecha se encuentra la entrada a los Jardines de Jnan Sbil. Este pequeño oasis de frescor es un antídoto perfecto contra el agobio de la Medina. Abierto todos los días excepto los lunes, cuenta con fuentes ornamentales, un bosque de bambú e incluso un pequeño lago y es un buen sitio para descansar.
BAB BOU JELOUD, «LA PUERTA AZUL»
Saliendo del parque por la misma puerta por la que accedimos, continuamos nuestro camino por la Avenida Moulay Hassan hasta no poder avanzar más. Hemos llegado a la muralla de Fez-Al-Bali y únicamente hay que intentar acceder a ella, rodeándola por la izquierda. Debido a las obras del gran aparcamiento subterráneo, situado en la plaza Bouljoud, puede resultar algo más complicado entrar y no poder hacerlo por la puerta más cercana, Bab Chems. De hecho, nosotros continuamos nuestro camino hasta llegar a Ab Bakr Ibn-Al-Arabi y colarnos entre el tráfico, por la calle Derby Mernissi que justamente termina en Bab Bou Jeloud.
Bab Bou Jeloud es la puerta más famosa para los turistas y también se conoce como “Puerta Azul”. Pero os desvelamos un pequeño secreto: no la llaméis así cuando habléis con los locales. Y es que sólo es azul por una cara… ¡la otra es verde! Además, hay más puertas de la ciudad decoradas con ese color…
Fue construida en 1913 y da acceso a la Fez Al Bali, la parte más antigua, animada y auténtica de la ciudad. Una vez traspasada, de ella parten las dos arterias principales de la Medina que discurren cuesta abajo: a la izquierda Talaa Kebira (la cuesta grande, con una pendiente más pronunciada); y a la derecha Talaa Sghira (la cuesta pequeña).
TALAA KEBIRA, LA CUESTA GRANDE
Al traspasar la puerta Bab Bou Jeloud os recibe una plaza llena de terrazas y restaurantes. Es una zona muy animada y dónde más oferta para comer encontraréis. Pero en medio de este ir y venir de gente, de mulas con el butano y otras mercancías, ¿cómo encontrar la cuesta grande? Pues la respuesta es sencilla: la primera bocacalle a la izquierda giráis y encontráis de frente un puesto de Ouarka. Este negocio consiste en un pequeño local con un minúsculo mostrador sobre la calle y una gran pieza redonda cerámica, donde las mujeres que lo atienden van cociendo esas finas hojas de pasta filo, que se utilizan para la elaboración de bastellas y otros dulces.
Éste es el punto de partida para, girando a la izquierda, adentrarse en el corazón de la Medina. La primera parte de la calle está repleta de puestos para abastecerse en el día a día: carnicerías, puestos de flores secas con alambiques para elaborar en casa agua de rosas o de azahar, pescaderías, encurtidos y un sinfín de productos más.
Café Clock
Descendiendo la calle, el siguiente tramo es mucho más turístico y será necesario abrir bien los ojos para no perderse ni un detalle de algunos lugares emblemáticos. A mano izquierda, poco antes de llegar al reloj de agua, encontraréis un estrecho callejón sin salida, donde no cabe mucho más que una persona, y en el que una pequeña señal indica cómo llegar al Clock Café. Acudir a este café es una manera de descubrir cómo es el interior de las casas de la Medina.
Si recorréis el callejón, llegaréis a una minúscula puerta situada a la izquierda, que da acceso a un estrecho pasillo. Tras este laberinto que no parece conducir a ninguna parte, os espera un elegante café de tres plantas, con unas vistas desde la azotea al minarete de la mezquita más próxima. La llamada a la oración vivida desde este punto es un espectáculo en sí mismo.
Callejón del Arte
Unos metros más abajo en Talaa Kebira, a mano derecha se abre la calle Derb Lmzdaa Tahti, también llamada Callejón del Arte. Es fácil localizarla, por la gran cantidad de turistas que se aglomeran en su comienzo para sacarse una colorida foto. El artista fasí Omar Rahali decidió un día convertirla en su estudio y tienda y desde entonces atrae a miles de turistas bajo el nombre de Rainbow Street Art Fez.
Madraza Bou-Inania
A pocos metros del Callejón del Arte y en su mismo lado, se encuentra la Madraza Bou-Inania. Esta escuela coránica del siglo XIV fue ordenada construir por Abu Inan Faris, a quién debe su nombre. Es un ejemplo admirable de arquitectura merínida, que utiliza estuco, madera de cedro y azulejos, sabiamente trabajados por los artesanos de la zona. Restaurada en el siglo XX, es de los pocos lugares sagrados que puede ser visitado en Fez por un precio de 20 dirhams por persona (2 €).
Eso sí, únicamente el patio de la Madraza y algunas salas de la planta baja se visitan, ya que actualmente ya no alberga estudiantes. Sin embargo, la pequeña Mezquita situada al fondo sólo se puede admirar desde el exterior, aunque no se puede pisar, ya que aún da servicio al barrio.
Recordemos que en Marruecos, mausoleos, cementerios musulmanes y mezquitas tienen prohibida la entrada a no creyentes, por lo que muchos de los lugares emblemáticos de esta bella ciudad únicamente pueden ser admirados desde la puerta.
Clepsidra Dar Al Magana
Al salir de la Madraza Bou Inania y levantando la vista, se puede ver en la fachada de enfrente lo que queda de un reloj de agua construido en la misma época que la mezquita y encargado por el rey Abu Al Hassan a su astrónomo, en el año 1357.
En el interior de la Madraza, un cartel explica su curioso funcionamiento: consta de 12 pequeños arcos con 12 postes, de cada uno de los cuales colgaba un cuenco de bronce. En la parte trasera de los arcos, un carrito tenía enganchado en un extremo un hilo con un flotador dentro de un depósito de agua, que se iba vaciando de manera regular, mientras que el otro extremo estaba enganchado a un contrapeso. El vaciado constante del depósito hacía que se fuesen abriendo las ventanas cada hora. Mediante un sistema de cables y poleas, también se conseguía que una bola cayese en cada cuenco, produciendo el ruido correspondiente y dejando el cuenco en posición de que esa hora ya había transcurrido.
Lo más curioso de este sitio y para mí una de las señas de identidad de Fez, es que monumentos y lugares santos se entremezclan con la vida cotidiana. Bajo la clepsidra hoy se encuentra un puesto de pescado…
Foundouq Bousalhame
Continuando calle abajo y a mano izquierda hay un pequeño y corto callejón con puestos a los lados, que enseguida se abre sobre un patio-almacén de dos plantas con un montón de instrumentos apilados. Se trata de un Foundouq o fonda con patio interior repleto de negocios o talleres, que puede pasar totalmente desapercibido a los ojos del turista.
Entrad sin miedo a esta construcción del siglo XVII, que alberga el Qâat Smen o mercado de la grasa salada. A la entrada del callejón, un cartel cuenta su historia, ya que este Foundouq fue y sigue siendo sede y taller de luthieres en sus almacenes del fondo.
Sin embargo, los primeros puestos son especialistas en la grasa amasada con sal y el Khylê, carne seca cocida y conservada en grasa, que veréis que se vende en grandes tarros de plástico. También, el puesto de la derecha en el interior del patio vende veintitantos tipos de miel de diferentes sabores, que nunca hubiésemos podido ni imaginar y que tuvimos la suerte de probar.
Foundouq Ibbatta
Un poco más adelante en Talaa Kebira se encuentra este otro Foundouq, bastante peor conservado y dedicado hoy en día a pequeña curtiduría. De hecho, sabréis que habéis llegado por las enormes pieles de vaca colgadas en el estrecho callejón de entrada.
En su patio encontraréis trabajadores terminando pieles, un burro, pavo y otros animales… La magia de Fez es que, a pesar de encontrarte en una ciudad de millón y pico de habitantes, por momentos te transportas a un pequeño pueblo en el corazón mismo de la ciudad…
Zoco de la Henna
Continuando por la misma cuesta grande y antes de llegar a la zona más turística de la ciudad (veréis que todos los turistas bajan hacia ella y hay muchos más negocios dirigidos turistas), merece la pena adentrarse en el Zoco de la Henna. Concretamente se encuentra en la confluencia de las calles Fakharinne, que sale a la derecha de Talaa Kebira y Jouteya que sale a la izquierda, en el punto donde Talaa Kebira se convierte en Attarine. Es un pequeño mercado alrededor de una placita, donde antiguamente había un hospital y se encontraban múltiples herbolarios y farmacias a su alrededor, hoy reconvertidos en tiendas para turistas.
Zona residencial de Sagha
Desde el cruce principal que antes comentábamos, se puede abandonar el bullicio de la zona de zocos y de la comercial Talaa Kebira, girando a la izquierda por la calle llamada Joulteya en su tramo medio (esta calle llega a tener tres nombres en muy poco espacio). El barrio es de una tranquilidad sorprendente, comparado con el área de la que proveníamos…
Joulteya únicamente tiene viviendas, donde se aprecian algunas hermosas puertas. Además, levantando la vista también se descubrirá alguna que otra especie de farol de celosía de madera. Y no, no son de iluminación, sino que se trata de mirillas. Y es que como las casas apenas tienen ventanas al exterior, se hacen necesarios esos artilugios para poder saber quién llega a nuestra casa.
A continuación, abandonamos esta calle ligeramente en curva, una vez hayamos dejado a mano derecha dos callejones sin salida. Si giraremos en la tercera, la calle Sagha, bastante más ancha y ligeramente en curva, encontramos la Fuente Sagha. Y es que otra de las sorprendentes características de esta ciudad, es que se está cuajada de fuentes donde beber, que nos pasarán casi, casi desapercibidas en muchas ocasiones…
ZONA DE LAS CURTIDURÍAS CHOUWARA
Zoco Dabahne: mercado popular de alimentación
El sentido de recorrer parte de Sagha y salirse un poco de las calles más transitadas por los turistas, es llevarse una idea de la vida cotidiana de sus habitantes. De hecho, si desde la calle Sagha, se gira a la izquierda por Souïqt Dabahne, se llega al mercado local de frutas, verduras, carne y pescado sobre pequeños puestos situados en mesas sobre la misma calle.
Zoco Dabahne, mercado popular de alimentación
Es un mercado popular, más económico que los situados en las proximidades de las puertas Bab Bou Jeloud o Bab Rcif. Así mismo, es un buen lugar para comprar productos locales, como los guisantes secos pelados, con los que elaboran su suculenta Bas’hira. Esta crema de guisantes con ajo, pimentón y aceite de oliva, también se vende en algunos puestos callejeros.
Mausoleo de Sidi Ahmed Al Tijani
Únicamente hay que dejarse llevar calle abajo del mercado, pasar un pequeño arco y la calle se convierte en otra llamada Souk Laghzal. Esta última conduce directamente a la Zawiya (mausoleo) Sidi Ahmed Ali Tijani, un santo muy venerado entre gente de toda África. De hecho, aquí apreciaréis todos los acentos y ropajes de colores muy diferentes a los marroquíes, y encontraréis curiosos souvenirs en su puerta. Al tratarse de un lugar santo, éste será el único elemento que podréis admirar, junto con su minarete.
Curtidurías Chouwara
Al finalizar la calle Souk Laghzal y encontrarnos la puerta del Mausoleo, giramos a la izquierda por la Calle Derb Blida, después Zenqat Blida, que desemboca directamente en la Calle Derb Chouwara. Una vez en ella, si girásemos la primera a la izquierda, se llegaría a la Mezquita Abi Yazid Al-Hazmiri Al-Idrisi. Así que tomamos la segunda, un estrecho callejón sin salida, que recorremos hasta el final, llegando a una enorme cooperativa de marroquinería, lugar privilegiado para observar desde la azotea las conocidísimas (aunque no únicas) curtidurías de Fez.
A la entrada de esta tienda de cuatro plantas, un hombre intentará daros una rama de hierbabuena para combatir los olores a cambio de una propina. Nosotros no la cogimos y sinceramente el olor provocado por los tintes y por las heces de paloma utilizadas para preparar las pieles no nos pareció para tanto.
Una vez traspasada la entrada, en el hall interior encontraréis guías sentados esperando a los grupos y un dependiente os acompañará a la azotea y os explicará un poco del proceso. Después es de buena educación echar un vistazo a la tienda (la verdad es que hay cosas magníficas, pero es importante haberse informado de precios previamente en otros lugares) y si no se compra, dejar una propina.
El interior del recinto es fascinante. ¡Desde el exterior nunca te imaginarías la existencia de un lugar así escondido entre grandes muros! Allí, trabajan decenas de operarios introducidos en las cubas hasta la cintura siguiendo un curioso trabajo artesanal.
El primer paso de este proceso es el lavado de los pellejos en agua y su limpieza de cualquier resto de carne o pelo, llamado ‘lana muerta’, que se utiliza para el relleno de cojines y colchones. Una vez limpia, la piel se sumerge durante un periodo variable de tiempo, en una mezcla de agua, excrementos de paloma y orines de vaca, para lograr su curtido. Este proceso convierte los cueros crudos en ‘tejidos’ suaves y flexibles.
Acto seguido, se sumergen las pieles en las pozas para su tintado. Para obtener los colores se utilizan diferentes especias como la cúrcuma, minerales y elementos vegetales como las amapolas. En pleno siglo XXI aún se siguen procesos que se remontan al siglo XIII… Nos resultó muy curioso…Sin duda, es uno de los lugares que no hay que perderse en esta ciudad.
Barrio Al- Andalous
Al salir por el callejón de la cooperativa de pieles y girando a la derecha en cuanto sea posible, daréis con el contaminado río que cruza Fez. A pesar de los esfuerzos de la ciudad por regenerar un espacio tan importante, la realidad es que este tramo canalizado está bastante abandonado y es destino de muchos de los desperdicios de las curtidurías.
Cruzando el puente Qantrat Bine Lamdoun, girando a la izquierda y ascendiendo ligeramente una cuesta, entraréis en el denominado Barrio de los Andaluces. Es uno de los más antiguos de la ciudad y el lugar donde se refugiaron 8.000 familias de los musulmanes emigrados del sur de España desde el siglo IX, tras la matanza del Arrabal que tuvo lugar en Córdoba. En él se ubica la blanca Mezquita de los Andaluces con su preciosa puerta de entrada y se aprecian viviendas menos cuidadas y más humildes que en otras zonas de la ciudad.
Un pequeño paseo por las calles del barrio Derb Jamal Chouk, Haddadine, Nekhaline y Qantrat Tarrafine (en realidad una misma calle comercial de principio a fin, nombrada de estas cuatro maneras), nos conduce directos a dos conocidas puertas de la muralla de la Medina.
Puerta y Mercado Bab Rcif (carnicería de dromedario)
Bab Sid L’Aouad es la puerta de la calle Qantrat Tarrafine que nos introduce en la gran plaza Rcif, a la que llega el tráfico rodado. Desde esta plaza a mano derecha atravesaremos la puerta Bab Rcif, entrando de nuevo al caos del mercado de alimentación del mismo nombre.
Una de las curiosidades de este mercado es su carnicería de dromedario, una de las tres únicas de la ciudad, que se distingue perfectamente por contar con una cabeza de este animal colgada de los ganchos del establecimiento…
ZONA DE LA UNIVERSIDAD AL QARAYYINE
Souk Sabaghine, la calle de los tintoreros de lanas
Sólo hay que continuar por la calle anterior hasta encontrar una especie de portal de madera que da acceso a un callejón con un lavadero y fuente cubierta en la fachada izquierda de la misma. Al atravesarla de lado a lado, descubres el trabajo de artesanos que introducen lana en cubos metálicos con agua caliente y tintes, así como cientos de coloridas madejas colgadas en la parte alta. Todo un espectáculo de los trabajos de artesanía que se pueden apreciar en la ciudad…
Al salir del festival de colores, únicamente es necesario girar en cuanto se pueda a la derecha para desembocar en otro paraíso de los artesanos:
Plaza Seffarine, artesanos del latón
Los trabajadores del latón y el cobre se concentran en la plaza Seffarine y sus alrededores. Estas enormes joyas en forma de cazos, lámparas, fuentes o platos son conformadas a mano, a base de martillazos que se pueden escuchar ya en los aledaños de la plaza triangular.
Tiendas de artesanía en latón en la Plaza Seffarine
Casi sin darse cuenta se ha alcanzado el principal monumento de la ciudad:
Universidad Al Qarawiyyin
Es una entidad religiosa fundada en el siglo IX como mezquita. Aunque en aquella época eran mucho más que mezquitas, ya que actuaban como madraza, entre otras muchas funciones.
La Universidad logró su máximo apogeo en los siglos XIII y XIV, momento en el cual su biblioteca se enriqueció con textos procedentes de Al-Andalous. También entonces comenzaron a construirse las hermosas madrazas que la rodean (una especie de Colegios Mayores), para dar cobijo a sus estudiantes. Además, en esa época se incorporaron otras importantes ramas del conocimiento para su estudio: matemáticas, astronomía, medicina, geografía o retórica. Esta Universidad ha ayudado a convertir Fez en cuna espiritual del país.
Para encontrarla, salimos de la plaza Seffarine por el extremo opuesto por el que llegamos a la misma. Es decir, en el ángulo más agudo del triángulo que forma la plaza, comienza un estrecho callejón cubierto, que discurre junto al recinto de la Universidad. Siguiendo esta calle Boutouil, el muro de la Universidad queda todo el tiempo a nuestra izquierda. Cada cierta distancia, nos encontramos idénticas grandes puertas de madera de dos hojas, que dan acceso al recinto.
Pero una vez más, al tratarse de un lugar religioso, no se accede al interior. Únicamente se puede observar por las cerraduras de sus 14 puertas, o bien desde el quicio de alguna de ellas, si la encontréis abierta. Generalmente, la puerta que da acceso al patio de la mezquita, suele estarlo y permite vislumbrar la grandeza y esplendor del interior.
Por último, un pequeño truco para apreciar la inmensidad del recinto universitario, sus tejados, patios y minarete. Dando toda la vuelta al recinto de la Universidad (seguimos las puertas), se regresa a la Plaza Seffarine. Prácticamente llegando a ella, está el café Mama Afriqua, desde cuya terraza en la azotea, se contempla perfectamente el complejo.
Madraza Al-Attarine
Tal y como ya hemos comentado, en el paseo alrededor de la Universidad y nada más realizar el primer giro a la izquierda alrededor del muro, se encuentran varias madrazas que se instalaron al abrigo de la Universidad. De éstas, únicamente se visita la minúscula y bellísima Madraza Al-Attarine, del mismo estilo que la madraza Bou Inania, de la que ya hemos hablado. Desde esta madraza y siguiendo de frente se accede al:
Los cinco zocos: Kissaria Al Kifah
Este mercado es un conjunto de cinco zocos, al cual también pertenece el zoco de la Henna y el zoco Attarine o de las especias. Es un lugar ideal para encontrar regalos y recuerdos de esta maravillosa ciudad. Para ingresar en él únicamente deberemos introducirnos por alguno de sus callejones e intentar salir lo más de frente posible hasta alcanzar el siguiente monumento:
Zaouia Moulay Idriss II:mausoleo del rey que hizo capital Fez
Si atraviesas los pasillos y/o callejones de la Kissaria, te toparás con un edificio profusamente decorado y múltiples puestos callejeros con curiosas velas cónicas con adornos dorados y otros elementos de ofrenda. Girando a la izquierda y rodeándolo llegarás a su entrada principal.
Se trata del mausoleo del monarca de la dinastía idrisí que reinó del 807 al 824 d.C. En el siglo XIX, al ser hallada intacta la tumba con los restos que se le atribuyen, se decidió erigir este monumento santo, vetado a los no creyentes. No obstante, merece la pena asomarse a la puerta para admirar el edificio más recargado y de vivos colores de Fez.
Foundouq y fuente Nejjarine
Al salir de la puerta principal del mausoleo hacia la derecha, se debe buscar la calle Derb Moulay Idrissi. Conduce directamente a la plaza Nejjarine. Por la cantidad de turistas que se asoman a la puerta y se aglomeran alrededor, sabremos que hemos alcanzado el Foundouq Nejjarine, actual Museo de Arte y Artesanía de la Madera.
Este edificio de tres plantas, organizado en torno a un patio, fue construido en el siglo XVIII como fonda para dar cobijo a comerciantes de artículos de lujo, que viajaban a Fez. Actualmente, puede ser visitada por 20 dirhams (2 €) y muestra impresionantes trabajos de marquetería en cedro. Pero sin duda, su bien conservado patio con barandillas en madera y su hermoso artesonado son su bien más preciado y el motivo de haber sido declarado Patrimonio de la Humanidad.
El conjunto se completa con la fuente situada a la derecha de la entrada y desde donde se toma el callejón Derb Dermani que, al acabarse y girar a la izquierda, nos conduce a la otra arteria principal de la Medina:
TALAA SGHIRA, LA CUESTA PEQUEÑA
Lo que ocurre con esta calle, cuyo nombre significa la cuesta pequeña (menos empinada que su hermana paralela Talaa Kebira), es que no tiene el mismo nombre en todos sus tramos. Así cuando la alcanzamos provenientes de Derb Dermani, recibe el nombre de Zqaq Lahjar.
Según se asciende esta calle no hay que perderse tres talleres-tienda situados a mano derecha que nos cautivaron: en primer lugar, una pequeña tienda de marquetería con maravillosas vigas y cenefas de cedro esculpidas por un hombre mayor; en segundo lugar, el taller de lápidas de mármol esculpidas y pintadas por un joven artesano; un poco más arriba un minúsculo telar para confeccionar alfombras. Abrid bien los ojos y disfrutad de este espectáculo de la artesanía…
Palacio Mnehbi
Pero Talaa Sghira aún nos depara más sorpresas. Hacia la mitad de la cuesta pequeña, en el lado izquierdo, hay una puerta con un bonito enrejado. Es el Palacio Mnehbi, situado frente por frente de una pequeña mezquita. Fue construido a comienzos del siglo XX y sirvió de residencia de un ministro del sultán. Además, fue sede de la firma del Tratado de Fez de 1912, que establecía el dominio colonial de Francia sobre el país. Posteriormente, fue la residencia del primer general francés que se estableció en la ciudad, antes de trasladarse al Palacio Dar El Batha.
Es de titularidad privada y se utiliza para dar comidas a un precio bastante elevado. Aunque el salón principal es muy bonito, únicamente asomaros e iros, si no queréis que os capten, ya que os cobrarán muy cara la entrada (con o sin té), aunque previamente os hayan dicho que sea gratuita. En pocas palabras y bien expresado por nuestra guía: es una trampa para turistas.
Palacio Dar Batha
Prácticamente al finalizar Talaa Sghira, antes de que gire bruscamente a la derecha hacia la plaza con restaurantes junto a la puerta Bab Bou Jeloud, se puede doblar a la derecha y descender hasta la plaza Batha, donde iniciamos nuestro paseo.
Esta amplia plaza alberga el Palacio Dar Batha, hoy en día, Museo de Artes y Tradiciones de la vida en Fez. Es un sencillo palacio de verano de finales del siglo XIX, convertido en museo por el protectorado francés en el año 1915. Exhibe piezas de cerámica, azulejos y marquetería, que no pudimos disfrutar, al encontrarse cerrado por obras.
Para concluir, terminamos nuestro paseo disfrutando de una magnífica comida en el comienzo de Talaa Sghira, la zona de restaurantes más animada de la Medina. En el apartado dónde comer os dejamos alguna idea…
Y así es como termina nuestra intensa jornada en Fez, que nosotros logramos completar en un día porque íbamos acompañados de guía, no disponíamos de más tiempo y nos saltamos algunas visitas a interiores de madrazas, zocos y museos.
Aunque, sin duda, la ciudad da como mínimo para un par de días. Y si además se quiere echar un vistazo a la Ville Nouvelle, disfrutar de un Hamman (experiencia muy, muy recomendable que tuve la suerte de disfrutar hace muchos años en Rabat), subir a algún punto elevado para ver vistas de la ciudad, o perderse de tiendas durante horas, harían falta, por lo menos, tres días. Esperamos haber podido describir lo más fielmente nuestro recorrido y haber sabido transmitir esa sensación de viaje al pasado tan especial que sentimos. ¡Bienvenidos al laberinto de Fez!
Dónde comer
- Chez Rachid. 3268+PHG, Rue Talaa Sghira, Fès ($)
Este restaurante familiar está situado nada más atravesar la Puerta Bab Bou Jeloud y girar a la derecha al comienzo de Talaa Sghira, sobre la fachada derecha. Para estar en plena zona turística la relación calidad precio es muy aceptable.
Por 70 dirhams (7 €) puedes tomar: un entrante consistente en harira (sopa de lentejas) o ensalada; un principal consistente en un cous-cous, tajine o plato de carnes a la brasa, con patatas y arroz; postre, consistente en un plato de fruta o unos dulces árabes y un té. La bebida (10-15 dirhams) se paga aparte.
Dónde dormir
- Dar Al Madina al Kadima. N° 8 Rue Salaj, Fès 30110, Marruecos ($$)
Pequeño riad familiar de cinco habitaciones, situado en una callejuela adyacente a la Plaza Batha. Muy fácil de encontrar y muy accesible con coche, hasta 40 m de la puerta, lo que resulta muy práctico si vienes con equipaje. Además, está muy cerca de restaurantes y cafés para cenar. Habitaciones amplias y desayuno incluido en la azotea, con estupendas vistas de la Medina. El servicio es impecable, se desviven por atender cualquier petición que tengas.
Deja una respuesta